Por Emiliano Martínez Cabrera
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Claudia Sheinbaum llega a la presidencia de México en las mejores condiciones políticas posibles, heredera del presidente Andrés Manuel López Obrador ha sido arropada y protegida de todo tipo de calamidades que pudieron afectar su investidura, de tal forma que llega al 1 de octubre sin ningún tipo de desgaste político preocupante.
Sin embargo, una vez asumida como presidenta en funciones entrará en una carrera de desgaste en donde el objetivo es resistir los desaires de la vida pública y del poder político. Los retos son mayúsculos y en este sentido la presidenta Claudia Sheinbaum tiene que capitalizar, administrar y delegar entre sus secretarios y personal de confianza la toma de decisiones que va acompañada de confianza, autoridad y capital político.
El primer reto que veo, bajo la lógica de la política interna será cuidar los equilibrios, si bien Morena es el partido en el poder y gobierna 24 estados eso no quiere decir que sea una masa homogénea que replique y opere en función de los deseos de su líder, o en el mejor de los casos, se guíe bajo los estatutos del partido y actúe con ética política, por el contrario, se ha convertido en una aglomeración de cacicazgos regionales, organización heredada del PRI que han sabido negociar sometiendo a la estructura del partido a una construcción conjunta entre base militante fundadora y personajes reciclados del PRIAN. En este sentido, dado que la coalición interna está sostenida por intereses y no por voluntad, ideología, valores y principios la dinámica interna puede desafiar al liderazgo de la hoy presidenta llevando al país a una ingobernabilidad.
Como segundo gran desafío veo la relación México-Estados Unidos en uno de sus momentos más ríspidos desde la guerra fría, la política soberanista de México contraviene los intereses extractivistas e intervencionistas de nuestro vecino del norte, quien en su afán de mantener la hegemonía mundial ha abierto frentes de batalla contra aquellos que amenazan su liderazgo coadyuvando en guerras, imponiendo sanciones y abriendo frentes de disputa comercial contra potencias productoras. Este escenario tiene alto grado de complejidad, sobre todo ante la incertidumbre que generan las elecciones venideras en Estados Unidos, dependiendo quien obtenga la victoria electoral el gobierno de Claudia Sheinbaum está obligado a actuar con prontitud y establecer una relación bilateral sana, basada en el entendimiento y respeto mutuo y sobre todo utilizar la coyuntura internacional para el beneficio del país.
Históricamente México ha aprovechado los momentos de incertidumbre y debilidad de la Unión Americana, siempre siendo puntual y extremadamente cauteloso, es por ello que, destacó la capacidad técnica del secretario de Relaciones Exteriores Juan Ramón de la Fuente y el secretario de Economía Marcelo Ebrard para negociar los intereses de México bajo este este contexto.
Por último, la seguridad se ha convertido en el tema número uno de la agenda pública, es innegable que el país afronta una crisis heredada desde el 2006, los índices de violencia aumentan año tras año, la muerte, los secuestros y los enfrentamientos someten a la población con miedo e incertidumbre.
Ante esta complicada situación nacional es necesario una intervención fuerte del Estado mexicano teniendo siempre presente que la violencia no se combate con más violencia, lo que sugiere una estrategia financiera y de inteligencia, que permita desarticular la capacidad operativa en términos económicos de las organizaciones criminales y al mismo tiempo dar golpes quirúrgicos a las estructuras y redes de los mismos.
Sin duda los desafíos son vastos, no hay sexenio que alcance para dar solución a todo, por lo que se tienen que fijar prioridades y mantener un paso firme si es que el verdadero interés de nuestra clase política es “Transformar” la vida pública de nuestro país.